ENTREVISTA >08.07.2022
Ivan Zahínos:“Cuando haces un documental todo tiene que sumar”
El documental Maldita, A love song to Sarajevo, dirigido por Raúl de la Fuente y Amaia Remírez acaba de ganar el Silver Dragon, al mejor director de documental del Festival de Cracovia, y poco antes se había hecho con el premio al mejor cortometraje documental en el Festival Corto Ciudad Real. Woman, fue una de las películas programadas en la última edición del DocsBarcelona, en una de las actividades del festival para Acció>Cinema. Ambas parten de una idea original de Ivan Zahínos. Hablamos con él y descubrimos que no sólo participa en el guion de estas historias si no que, como jefe de proyectos de Medicus Mundi, ha creado una línea editorial de documentales para hacer llegar a mucha más gente el trabajo de esta ONG con la salud pública.
¿Cómo nace la historia de MALDITA. A LOVE SONG TO SARAJEVO?
Surge de mi relación con la ciudad de Sarajevo. En 1998, después de la guerra, fui allí a trabajar y establecí muchos contactos. Cada vez fui conociendo más la cultura de los Balcanes en general, fue entonces cuando descubrí la música sevdah. Normalmente se explica siempre la ciudad desde el punto de vista de la guerra, del conflicto, dando una imagen evidentemente negativa. Es una ciudad que sufrió tres guerras durante el siglo pasado. Yo lo que iba viendo es que iba cambiando y aunque salía de un trauma, la gente buscaba superarse y hacer cosas nuevas. Sobre todo en el tema arte, música, cultura… tenía mucha fuerza. Más tarde fui a trabajar con Medicus Mundi, y un día escuché la voz de Božo Vrećo, sin saber si era un hombre o una mujer, porque tenía una voz muy peculiar, como muy angelical. Después vi al personaje y encontré que era la metáfora perfecta de Sarajevo, que este aspecto multicultural, de una mezcla tan fuerte, que ya han creado una identidad propia. Božo era eso y pensé que estaría muy bien hacer un documental sobre sevdah, una música muy integradora, con influencias bizantinas, otomanas, austrohúngaras… y hacer un homenaje a una ciudad que me ha enseñado a vivir, a ver el mundo siempre diverso, que es una cosa muy positiva a pesar de que hay gente hoy en día que está en el otro extremo.
Un día me crucé por la calle con Božo y hablamos de hacer alguna cosa juntos. Coincidió que ahora hace un par de años, que el Ajuntament de Barcelona y la Generalitat de Catalunya, via l’Agència Catalana de Cooperació, querían hacer alguna cosa sobre la histórica relación de las dos ciudades. Entonces encontramos la financiación.
El puente, la relación de las dos ciudades en la película, se establece con un diálogo entre Božo y Clara Peya. ¿Cómo llegó al proyecto?
Cuando la idea tuvo peso y conseguimos la financiación, contacté con Kanaki, la productora con la que trabajamos habitualmente. Pensamos que él tenía que explicar aquellas virtudes de Sarajevo en Barcelona. Teníamos que buscar a alguien que lo recibiera aquí. Estudiamos diferentes opciones. Salió su nombre y vimos que la historia cuadraba, como Božo, Clara es una persona que va más allá de la música, por su personalidad, su visión del mundo, su valentía, también había muchas similitudes. Como Božo ella parte de un género y lo rompe. Pensamos que encajarían a la perfección.
Como nos has avanzado, el documental parte de tu experiencia personal, pero va más allá de tus aportaciones en el guión o la producción, ¿cuáles son tus funciones en Medicus Mundi y en los documentales?
Aunque yo aparezca como guionista o productor, yo soy el director de proyectos de cooperación de Medicus Mundi, yo trabajo en salud pública en diferentes países. Somos una ONG que ha intentado crear una nueva forma de comunicación a partir de los proyectos y de la realidad que nosotros vemos. Y por otro lado, y esto es una aproximación personal, pero también de Medicus Mundi, pensamos que tal y como se han enfocado los documentales de las ONG, sobre todo en los años 90 y 2000, eran muy aleccionadores, y de transmitían una realidad al espectador que le hacía sentir culpable. Nosotros, ya con nuestro primer documental sobre salud en Mozambique, A LUTA CONTINUA, la idea era mostrar una realidad dura, pero al mismo tiempo mostrar la parte positiva de lo que se estaba haciendo y mostrarlo sin que Medicus Mundi sea protagonista, que pienso que es una característica bastante propia. Nosotros no aparecemos diciendo hacemos esto y salvamos vidas. Pienso que este modelo está agotado ya. Tenemos que llegar al corazón de las personas, hacer una buena película y cuando tienes la atención de la gente ya puedes explicar tu historia.
Y esto lo hemos intentado hacer con todos nuestros documentales, en LA FIEBRE DEL ORO, que habla del medio ambiente desde la historia de un minero; en WOMAN que habla de la violencia de género… Son realidades muy duras, pero hay un colectivo de gente que hace arte y está luchando contra eso. El tema es dónde ponemos el foco para hacer que la visión siempre sea positiva y emocionante.
¿Cómo nacen todos estos proyectos para Medicus Mundi?
Cuando haces un documental todo tiene que sumar. Y si tú estás haciendo un proyecto de cooperación, en una reunión puede salir una frase que tiene un potencial artístico brutal. Todo suma, no es cooperación y comunicación por separado. Cuando volví después de seis años de trabajar en Mozambique, hice un informe y nadie me hizo caso, no transmite. Entonces la idea fue, hagamos una película. Se tenían que crear nuevas vías.
¿Alguna vez habéis recibido algún tipo de crítica por hacer hecho un documental con una visión demasiado occidental?
Nunca hemos recibido ninguna crítica en este sentido, y hemos trabajado en países que son susceptibles de este tipo de comentario. Como Mozambique, un país muy joven y que tiene una invasión de agencias y ONG, que tiene una estructura de ayudas que distorsiona el país. Tienes que tener mucho cuidado con cómo transmites la idea. Pero son contextos en los que trabajamos habitualmente y conocemos muy bien. Hemos intentado siempre hacerlo con mucho respeto, con una visión muy directa y gente de allí.
Desde Medicus Mundi también impulsáis la “Mostra de Salut, drets i acció”.
La Mostra comenzó antes de presentar nuestro primer documental, ya con la misma idea. Es una muestra de documentales relacionados con la salud. Nosotros hacemos de programadores, hacemos el filtro de películas y activistas. El tema de la salud es tan importante que pensamos que merece tener una muestra exclusiva.
¿Crees que los festivales son importantes a la hora de hacer difusión del cine documental de denuncia como el vuestro?
Si desde las ONG hacemos películas con poca calidad cinematográfica y haciendo uso de un discurso muy orientado a culpabilizar al espectador, al final el público será sólo la gente que ya está convencida. Nosotros intentamos que el documental tenga una calidad, e intentamos que se mueva por circuitos que nos permitan llegar a un público mucho más grande. Los festivales son un espacio ideal, aunque a veces a los documentales de las ONG no se les da tanta importancia.
¿Dónde os llevarán los nuevos proyectos?
El más inmediato es otro documental en Mozambique, con temas de malnutrición y soberanía alimentaria. También tenemos uno de medio ambiente en América Latina, probablemente en Bolivia. En cada proyecto grande que tenemos intentamos siempre incluir hacer un documental, aunque no podemos tener una producción muy grande, porque esto es un extra en nuestro trabajo de salud pública.
Como balance, ¿crees que estáis consiguiendo vuestro objetivo?
Fue una apuesta arriesgada, pero se ha consolidado y pienso que funciona muy bien que como entidad tengamos esta línea de comunicación. También tenemos una línea de podcast, que iniciamos de manera muy paralela a la de los documentales. Esta parte de poner en valor a Medicus Mundi pienso que es muy importante.
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