El ritmo de la novedad es tan trepidante que el Estado Islámico o la (mal llamada) crisis de los refugiados sirios son ya anacronismos. Lo que nos queda en las mentes es un resumen simplista, una historia de buenos y malos que se ha ido desvaneciendo. El cine puede ayudar a restituir la complejidad de historias que le han perdido. Esto es lo que Alba Sotorra propone con El retorno. La vida después del ISIS, un documental sobre la vida de diversas dones europeas que recuerden su pasado como miembros del Estado Islámico.
Con un Premio Gaudí y nominaciones a los Goya ya los Emmy, es una película referente al ámbito del cine social por el cuidado con el que se aproxima a una realidad mediatizada pero poco conocida. Es por este motivo que la película inauguró la última edición del DocsBarcelona y también en el segundo Congreso por la Paz, celebrado en el CCCB. Alba Sotorra empezó a realizar películas a raíz de un viaje haciendo autostop desde Reus hasta Pakistán. «Aquello marcó mi forma de mirar y de entender que el documental era para mí un pretexto para comunicarme con el mundo, para mirarlo y para aprender. Creo que desde entonces he oído que a través del documental aprendí y vivo», explica en Acció Cinema. De este viaje salió Mirades desveladas, un documental que la vincularía al territorio de forma determinante y también le cambiaría la mirada de género.
«En ese viaje hice el primer vínculo con el Kurdistán y después he vuelto unos años después con Comandante Arian», un documental que muestra la vida de las mujeres kurdas que forman parte de las Unidades de Protección de las Mujeres, uno de los ejércitos más activos en la lucha contra el Estado Islámico. Durante ese tiempo, Alba Sotorra construyó un vínculo de amistad con Arian, y, de hecho, fue ella quien introdujo a la directora en el campo de refugiados de al-Roj, en el noreste de Siria, para filmar El retorno .