NOTICIAS > 18.11.2024
El caso de Les morts de Chantyorinti
En el marco del festival la Alternativa se presentó el estudio de el caso de Les morts de Chantyorinti, de Hermes Paralluelo, un ejemplo del que puede ser la relación entre un cineasta y una organización a cargo de la producción.

EL PAPEL DE LAS ONG COMO ALIADAS CREATIVAS
En el marco de la Alternativa, Festival de Cinema Independent de Barcelona, se programó la película Iyamanepee chantyorinti (Las muertes de Chantyorinti), dirigida por Hermes Paralluelo, un ejemplo de como las ONG pueden ser aliadas en el proceso creativo por el hecho de aportar una perspectiva valuosa sobre las realidades complejas. Las ONG pueden ejercer un papel clave como facilitadoras en la producción de documentales, ya que tienen acceso a comunidades y conociemientos específicos que enriquecen la narrativa. Así, la tarea creativa y el compromiso social de una ONG se entrelazó para generar un impacto que va más allá de la pantalla e invitar al espectador a reflexionar y actuar.
En este caso la Fundación Iquánima, que lleva veinte años trabajando en el Perú, facilitó la producción de la película. La Alternativa, además de la proyección, planteó dentro de Acció>Cinema una mesa redonda enmarcada dentro de sus actividades profesionales bajo el título Cinema i acció social donde el director de la película, Hermes Paralluelo habló sobre el proceso creativo de su obra con Raúl Arqueros, fundador de la Fundación Iquánima, con la moderación del cineasta Iván Guarnizo.
La Fundación Iquánima, liderada por Raúl Arqueros, fue clave en la producción de la película, “queríamos una película que no solo mostrara una cultura amenazada, sino que fuera parte activa en su visibilización y preservación”, afirmó Arqueros. Por eso recorrió a Hermes Paralluelo, del cual le había gustado mucho la sensibilidad y el alma de su trabajo anterior No todo es vigilia (2016). El primer paso fue presentarle el libro “Europa y la esencia de vida. El descubrir de la Amazonia” y preguntarle por su adaptación, propuesta que el cineasta rechazó en un principio. “No trabajo con certezas y tampoco había estado nunca en la Amazonia. Necesitaba un margen muy amplio, con una incertidumbre que pudiera ser el caldo de cultivo para que surgieran cosas mágicas”, fue la respuesta del cineasta. A partir de aquí se forjó la relación y se dieron los primeros pasos para intentar salir adelante la película.

EL PROCESO CREATIVO EN UN DIÁLOGO CON LA COMUNIDAD INDÍGENA
“Nos interesó que se trata de una de las zonas más desfavorecidas de la Amazonia y que está atravesando una gran recesión cultural en cuanto a la transmisión de sus valores y su imaginario”, confiesa el director. Para empezar a trabajar se buscó un punto de partida: los sabios. Era necesario buscar el personaje protagonista, los sabios que podrían mantener esta cultura ancestral a resguardo. El problema era cómo acceder a estas comunidades cerradas. Aquí fue clave el trabajo de la fundación, conocedora del terreno. Sus contactos hicieron un primer casting y permetieron acceder a territorios que habitualmente son inaccesibles.
El rodaje se llevó a cabo en la selva central del Perú, un territorio que no solo es el hogar de los asháninkas, sino también un espacio amenazado por múltiples crisis ecológicas y sociales: narcotráfico, ocupación de tierras para cultivos de cacao, café, jengibre, piña o soja, prospecciones y falsos proyectos de desarrollo.
La idea original era retratar la transmisión de la sabiduría ancestral. A medida que avanzaba el proyecto, nos dimos cuenta que tenía que ser el contrario: un retrato de aquello que se había perdido. Y el personaje que habían encontrado tenía esta necesidad de explicar.
Chantyorinti es un personaje que encontraron en la selva. Un indígena que provenía de tribus no conectadas, tribus sin contacto con la civilización. Él era el único superviviente de su comunidad. Lo conocieron cuando ya se había acercado a la zona más civilizada.
A pesar de haber encontrado el protagonista, para el director todavía no había película, aunque conocerlo fuera como tener el hilo del cual estirar para llegar. El problema era la necesidad de un segundo viaje para rodar la historia y todo el que había que levantar a nivel de producción. A pesar de que muy parecido a una producción convencional, el que se espera de una organización de este tipo no es una película, sino una actuación directa, ya sea a través de campañas o programas de nutrición. Finalmente se pudo salir adelante, y Paralluelo construyó su película.
Según Hermes Paralluelo, trabajar en esta región fue tanto un reto como una experiencia transformadora. La comunidad no solo actuó, sino que también participó activamente en el desarrollo del guión. “El contacto con los miembros de la comunidad fue esencial para transmitir la esencia de su espiritualidad y su relación con la tierra. La película es suya tanto como nuestra”, defensa el director, que añade: “No se trata de un documental convencional. Hemos trabajado cómo si fuera una ficción, con diálogos muy elaborados y con mucho ensayo. Todos tenían una gran capacidad actoral. El guion eran cosas que ya habíamos hablado previamente con ellos. Trabajábamos con un intérprete e intentábamos comprender sus palabras para tener muy claro el mensaje”. De hecho se trata de la primera película en lengua asháninka.
Una de las cosas que más sorprenden de la película es el blanco y negro. “Para mí, era muy importante la relación con el entorno. Llegué al formato de manera bastante instintiva: el blanco y negro, el 4:3. Lo necesitaba para concentrarme en los personajes, en los retratos, no en la grandilocuencia del paisaje. Se perdería la intimidad y la fuerza”, explicó Paralluelos. “Para mi es un western crepuscular donde la civilización se está perdiendo”.
“La película no romantiza los pueblos indígenas, sino que los muestra con toda su complejidad, con sus desafíos actuales enfrente de la globalización y la destrucción de sus territorios”, añade Arqueros. “Esta película es una manera de devolver al cine su función más esencial: conectar, transformar y preservar eso que está en riesgo de perderse”, finaliza. Un llamamiento a la acción que confirma el poder del arte para preservar las tradiciones y afrontar los desafíos del presente.
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Sinopsis. Luis ha olvidado su nombre y no ha transmitido su sabiduría ancestral a sus hijos grandes, que marcharon en la ciudad. Su hijo menor, Jeremías, lo desafía y los dos emprenden un viaje hacia el mundo de los encantamientos.
Una película sobre la transmisión silenciosa de la cosmovisión de una cultura al cariz de la extinción y su declive cultural.